Todo lo que necesitas saber sobre el SIBO: desde el diagnóstico hasta el tratamiento
El Síndrome de Sobrecrecimiento Bacteriano en el Intestino Delgado (SIBO)…
Sigue leyendoLas enfermedades degenerativas son una preocupación creciente para la salud global, afectando a millones de personas y causando un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes.
Estas condiciones se caracterizan por el deterioro progresivo de las funciones de los órganos y tejidos, que a menudo se asocian con el envejecimiento, pero pueden surgir en cualquier etapa de la vida.
En el contexto actual, donde el aumento de la longevidad y los desafíos de salud son cada vez más evidentes, comprender las enfermedades degenerativas se vuelve esencial. Con cerca de 17 millones de muertes prematuras relacionadas con enfermedades degenerativas cada año (1), es crucial profundizar nuestro conocimiento sobre estas condiciones.
En este artículo, exploraremos los principales tipos de enfermedades degenerativas, sus causas, síntomas, y cómo podemos actuar para prevenirlas.
Una enfermedad degenerativa es una condición caracterizada por el deterioro progresivo e irreversible de células, tejidos y órganos. Esta degradación ocurre a lo largo del tiempo y puede resultar en pérdida de la función, discapacidad o muerte celular (2). Estas enfermedades afectan con frecuencia el sistema nervioso central y el sistema musculoesquelético entre otros sistemas vitales.
Las enfermedades degenerativas pueden clasificarse según el tejido u órgano afectado, como por ejemplo (3):
Las enfermedades degenerativas crónicas (EDC) son enfermedades no infecciosas, de progresión lenta y de larga duración, como la diabetes, enfermedades cardíacas, obesidad, enfermedades respiratorias crónicas, enfermedades neurodegenerativas y cáncer.
Estas condiciones generalmente resultan de la combinación de múltiples factores que llevan al deterioro progresivo de la salud. Su patogénesis es compleja e involucra la interacción de factores conductuales, ambientales y genéticos conocidos (4).
Las EDC han sido, hasta ahora, las causas más frecuentes de discapacidad y muerte a largo plazo en todo el mundo. Globalmente, más del 30% de la población se ve afectada por una o más enfermedades degenerativas crónicas y el 70% de los recursos de salud pública se destinan a estas condiciones (5).
Acorde con proyecciones recientes, las enfermedades degenerativas crónicas serán responsables del 80% de todas las enfermedades del mundo para 2030, representando una amenaza significativa para la salud humana (6).
Las enfermedades degenerativas crónicas están representadas principalmente por condiciones como:
Estas han sido, hasta ahora, las causas más frecuentes de discapacidad prolongada y muerte en todo el mundo (1).
La diferencia está principalmente en los mecanismos y características de progresión de la enfermedad.
De esta forma, enfermedad crónica representa un término más amplio que abarca cualquier condición de salud persistente y de larga duración, mientras que enfermedad degenerativa es un tipo específico de enfermedad crónica que involucra la progresiva deterioración de la función de células, tejidos u órganos.
Cabe destacar que, aunque todas las enfermedades degenerativas son crónicas, no todas las enfermedades crónicas son degenerativas.
Las enfermedades degenerativas tienen múltiples causas y factores de riesgo que pueden variar dependiendo del tipo específico de cada enfermedad; sin embargo, las principales causas y factores de riesgo asociados son:
Entre las principales enfermedades degenerativas, podemos citar:
Es la forma más común de enfermedad neurodegenerativa y la principal causa de demencia, representando entre el 60-80% de los casos. Esta condición se caracteriza por la pérdida neuronal y disfunción cognitiva, y rápidamente se está convirtiendo en una de las enfermedades más costosas, letales y onerosas del siglo (9).
En 2018, Alzheimer’s Disease International estimó que alrededor de 50 millones de personas en todo el mundo vivían con demencia, cifra que se espera triplique para el 2050 (10).
La enfermedad de Alzheimer afecta la memoria y otras funciones cognitivas.Puede manifestarse de dos formas principales: de inicio temprano, asociada a variantes genéticas dominantes en tres genes específicos (APP, PSEN1 y PSEN2), causando síntomas antes de los 65 años (11, 12); y de inicio tardío, siendo el tipo más común y que ocurre más tarde en la vida, generalmente sin una causa genética única identificada, siendo esporádico (13).
La enfermedad se caracteriza por la acumulación de proteínas anormales en el cerebro, como la β-amiloide y ovillos neurofibrilares formados por la proteína Tau. Estos depósitos causan la pérdida gradual de sinapsis y la muerte neuronal, resultando en un deterioro de las funciones cognitivas. Sin embargo, las causas exactas y los mecanismos que impulsan la progresión de la enfermedad aún no se comprenden completamente (12, 14).
Los principales factores de riesgo para la enfermedad de Alzheimer incluyen edad avanzada (más de 65 años), presencia de al menos un alelo E4 en el gen APOE (15), dieta inadecuada, falta de ejercicio físico y comorbilidades asociadas, como diabetes, estrés y enfermedad cerebrovascular (16, 17). Además, las mujeres son más propensas a desarrollar Alzheimer, especialmente después de los 80 años (10).
Es un trastorno neurodegenerativo crónico y progresivo que afecta principalmente a personas mayores, aunque también puede aparecer en pacientes más jóvenes. Es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común (18), afectando a cerca de 4 millones de personas en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud.
La EP resulta de la degeneración de las neuronas dopaminérgicas en la sustancia negra del mesencéfalo y la formación de cuerpos de Lewy neuronales, que son agregados intracelulares anormales compuestos por varias proteínas que perjudican el funcionamiento óptimo de las neuronas (19, 20).
Los síntomas de la Enfermedad de Parkinson incluyen manifestaciones motoras y no motoras. Los pacientes generalmente presentan temblor (involuntario) en reposo, rigidez, bradicinesia (disminución de la velocidad y amplitud de los movimientos) y postura encorvada con pérdida de equilibrio. Además, la enfermedad puede estar asociada a trastornos neurocomportamentales (como depresión y ansiedad), deterioro cognitivo (demencia) y disfunciones autonómicas, incluyendo ortostatismo, hiperhidrosis, estreñimiento y dolor (19).
La mayoría de los casos tienen un origen multifactorial, que involucra una combinación de factores ambientales y genéticos (21). Los principales factores de riesgo incluyen la edad, siendo la edad media de inicio entre 50 y 60 años, antecedentes familiares, variantes génicas específicas (responsables de entre el 5-10% de los casos) y exposición a pesticidas.
Es la enfermedad incapacitante no traumática más común que afecta a los adultos jóvenes. Se trata de una condición crónica, predominantemente inmunomediada, y degenerativa, que afecta al sistema nervioso central, incluyendo el cerebro y la médula espinal (22). La enfermedad afecta a cerca de 2,5 millones de personas en el mundo, siendo las mujeres las más susceptibles.
En la esclerosis múltiple, el sistema inmunológico ataca la mielina, la capa protectora alrededor de los nervios en el cerebro y la médula espinal debido a la inflamación. Este daño a la mielina interfiere con la comunicación entre el cerebro y el resto del cuerpo, lo que hace que las señales transmitidas por los nervios sean retardadas o bloqueadas, lo que puede llevar a una variedad de síntomas neurológicos y afectar la calidad de vida y la capacidad funcional (23).
La EM es una enfermedad compleja y multifactorial, con diversos factores de riesgo involucrados. Entre los factores genéticos, las mutaciones en varios genes aumentan la susceptibilidad a la enfermedad, mientras que factores ambientales bien definidos, como la deficiencia de vitamina D, la exposición a la luz ultravioleta B (UVB), la infección por el virus de Epstein-Barr (causante de la mononucleosis), la obesidad y el tabaquismo también desempeñan papeles importantes (24).
Los síntomas de la esclerosis múltiple pueden variar ampliamente en términos de tipo y gravedad, afectando los sistemas motor, sensorial, visual y autonómico (25). La progresión de la enfermedad es impredecible: algunos individuos experimentan síntomas leves y esporádicos, mientras que otros enfrentan formas más graves y progresivas.
Los síntomas más característicos incluyen fatiga, neuritis óptica (inflamación del nervio óptico), visión doble o borrosa, fluctuación de los síntomas con el aumento de la temperatura corporal, sensación anormal de choque eléctrico o cosquilleo al flexionar el cuello, espasmos musculares y dificultad de movilidad (25, 26).
Las recaídas de la EM ocurren debido a áreas focales de desmielinización que evolucionan durante 24 horas y pueden persistir durante días o semanas antes de, generalmente, presentar mejoría, aunque no exclusivamente (27).
Enfermedad neurodegenerativa rara y progresiva, caracterizada por la disfunción de las neuronas motoras superiores e inferiores, que son responsables del control de los músculos voluntarios (28). Debido a la incapacidad de enviar señales a los músculos, los pacientes sufren una debilidad progresiva de los músculos esqueléticos voluntarios, que afecta el movimiento de las extremidades, la deglución (disfagia), el habla (disartria) y la función respiratoria. Esto conduce a atrofia, parálisis y, eventualmente, muerte precoz.
La debilidad clínica en la ELA generalmente se extiende de forma contralateral, rostral y caudal, siguiendo a menudo una progresión anatómicamente contigua. Una investigación reciente reveló que el 85% de los pacientes con Esclerosis lateral amiotrófica (ELA) presentan un inicio focal en un segmento del cuerpo, que luego se propaga al lado contralateral y, posteriormente, a segmentos anatómicos adyacentes (29).
La ELA puede manifestarse en varios fenotipos, siendo los más comunes el inicio bulbar y el inicio espinal (cervical y lumbar), que representan entre un cuarto y un tercio de los casos. Otros fenotipos incluyen brazo y pierna flácidos, esclerosis lateral primaria, atrofia muscular progresiva, inicio respiratorio y presentaciones hemipléjicas (30, 31).
Factores como la edad (con mayor prevalencia entre los 55 y 75 años), el sexo (con mayor riesgo para las mujeres) y la genética influyen en estos fenotipos, y existen variaciones entre diferentes poblaciones (32, 33). El reciente reconocimiento de la heterogeneidad fenotípica y de la ELA como un síndrome complejo, a menudo asociado a déficits conductuales, puede ayudar a los médicos a diagnosticar la enfermedad más precozmente (28).
El diagnóstico temprano es crucial para el manejo de los síntomas y para la mejora de la calidad de vida de los pacientes, ya que aún no existe cura para la ELA.
Enfermedad caracterizada por la baja masa ósea y el deterioro microestructural del tejido óseo, lo que aumenta la fragilidad de los huesos y eleva el riesgo de fracturas (34). En 1994, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció criterios para la medición de la densidad mineral ósea (DMO) basados en la reducción de la fuerza o densidad ósea. Estos criterios permiten el diagnóstico de osteoporosis antes de la ocurrencia de fracturas, identificando a individuos en alto riesgo (35).
Aunque la densidad ósea es un factor importante, es solo uno de los muchos aspectos a considerar, ya que la edad, la expectativa de vida, la pérdida ósea y la renovación ósea también desempeñan roles significativos (36). La osteoporosis es especialmente común en mujeres posmenopáusicas.
Se estima que el 50% de las mujeres y el 20% de los hombres mayores de 50 años sufrirán una fractura relacionada con la osteoporosis en algún momento de su vida (37).
El tratamiento más común incluye la suplementación de vitamina D y calcio, que ha demostrado ser eficaz en la reducción del riesgo de fracturas en estudios sobre preservación ósea (38). Al igual que otras enfermedades degenerativas, la osteoporosis tiende a empeorar con el tiempo, especialmente si no se trata adecuadamente.
Para prevenir enfermedades degenerativas, es esencial adoptar un estilo de vida saludable que incluya una dieta equilibrada, la práctica regular de ejercicio físico y el mantenimiento de un peso saludable. Consumir alimentos ricos en calcio y vitamina D ayuda a proteger huesos y articulaciones, mientras que la ingesta de omega 3 – cuyos beneficios ya hemos destacado aquí en el blog–, es importante para prevenir enfermedades cardiovasculares y crónicas, contribuyendo a la salud cerebral y a la reducción de la inflamación. Además, la inclusión de terapias antioxidantes ha demostrado ser eficaz en la prevención de enfermedades neurodegenerativas.
Es igualmente importante evitar factores de riesgo, como el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol.
SYNLAB tiene en su catálogo diversos exámenes que permiten investigar las principales enfermedades degenerativas, tales como:
Evaluación de Neurofilamentos de Cadena Ligera
La evaluación de neurofilamentos se utiliza como biomarcador para condiciones neurodegenerativas o desmielinizantes, como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), Alzheimer, Parkinson y la esclerosis múltiple; o para condiciones que puedan estar asociadas con daño axonal.
El examen puede realizarse en una muestra de Líquido Cefalorraquídeo (LCR), siendo particularmente útil en la investigación y diagnóstico precoz de la esclerosis múltiple, ELA y condiciones neurológicas graves; o en muestras de suero, indicado para el monitoreo continuo y a gran escala de la progresión de enfermedades neurodegenerativas y en la evaluación de la respuesta al tratamiento.
Examen Adgen
El examen Adgen es un panel de secuenciación de nueva generación (NGS) que realiza el análisis de variantes génicas en los genes APP, PSEN1, PSEN2, APOE y A2M, permitiendo la investigación de predisposición genética a la enfermedad de Alzheimer, facilitando su diagnóstico precoz.
Genotipado APOE
Este examen realiza el genotipado del gen APOE mediante la técnica de qPCR y permite la evaluación de la presencia del alelo de riesgo para la enfermedad de Alzheimer.
Proteína Beta Amiloide/Tau
Este examen evalúa los biomarcadores asociados a enfermedades neurodegenerativas, con un enfoque específico en la enfermedad de Alzheimer. Incluye el análisis de proteínas como la beta-amiloide Aβ1-42 y Aβ42/40, además de biomarcadores relacionados con los ovillos neurofibrilares, tales como Tau total (t-tau) y Tau fosforilada (p-tau) en el líquido cefalorraquídeo (LCR).
Panel Genético para la Enfermedad de Parkinson
Panel de secuenciación de nueva generación (NGS) con evaluación de 18 genes relacionados con la enfermedad de Parkinson. Generalmente indicado para la investigación de variantes génicas, en casos con antecedentes familiares de Parkinson, además de orientación de tratamiento y pronóstico.
Panel Genético para la Enfermedad de Parkinson Precoz
Panel de secuenciación de nueva generación (NGS) con evaluación de cuatro genes relacionados con la enfermedad de Parkinson de inicio precoz. Indicado para individuos con inicio de síntomas de Parkinson antes de los 50 años.
Esclerosis Lateral Amiotrófica · C9orf72
Prueba genética que evalúa la presencia de expansiones en el gen C9orf72, relacionado con la Esclerosis Lateral Amiotrófica. Indicado para pacientes que presentan síntomas de ELA, ya que la expansión de repeticiones hexanucleotídicas en el gen C9orf72 es una de las causas genéticas más comunes de estas condiciones.
Panel NGS para Esclerosis Lateral Amiotrófica
Panel de secuenciación de nueva generación (NGS) con evaluación de 31 genes relacionados con la Esclerosis Lateral Amiotrófica. Análisis más completo que puede ser indicado en situaciones donde se requiere un diagnóstico más detallado o cuando es necesario investigar varias posibilidades genéticas al mismo tiempo, como en casos con síntomas atípicos y antecedentes familiares complejos.
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